Hej!
Aunque ofici(nil)almente he tenido una gastrointeritis -con el absentismo laboral que hay mi ofi no voy a ser la única que pringue, aamos-, la pura verdá es que he estado en
Stockholm con mi marido Dåvid (bueno, ex-marido desde que me repudió por una perra italiana). Han sido tres días geniales: un sol de muerte de los de llevar tirantes, todo lleno de
guap@s y
modern@s estilosísimos, islillas, jardincetes ... vamos: la antítesis de ésta mierda ciudad que me ha caido en des-gracia. Por todo ello, he decidido retomar el sueco.

Stockholm, en av världens vackraste huvudstäder
Además nos hemos alojado en un barco chulísimo atracado en el canal, cuales Catalina Winslet y Leonardo Dantés, compartido cuchitri-camarote con ojo de buey, nos hemos jartao de sushi y bollitos de canela de los que venden en el Ikea, embolingado a base de ragnares, turisteado a base de bien, cargao con tres paquetes de a kilo de köttbullar (vamos, de albóndigas. pronunciar shotbullar) y varios otros de salmonazo marinado no radiactivo...ays... que biens!
He aquí nuestro Titanic Particular, el Gustaf af Klint
Y para tirar abajo dos mitos suecos diré que:
a. Estocolmo no es tan caro como lo pintan. De hecho es muchísimo más barato que París y los
precios son similares a los de Madrid, Bcn o Bxl. Yo creo que en España nos lo han hecho creer para que nos ahorremos la visita y no les afeemos ni encutrezamos la city. O igual es que como son tan espabilaos y tienen krunor, no les han timao como a nosotros con los euris.
b. Todos los suecos hablan muy bien sueco, pero no todos los suecos hablan muy bien inglés.
Finalmente, para acabar con esta entradaza, que quede completita y me absuelva de lo poco que he actualizado últimamente, os cuento el sueño que tuve la primera noche en nuestro lecho flotante. ATENCIÓN: SUEÑO.
Resulta que iba a Madrid para el bautizado capoeiril de mi profe Ator (esto es: a subir de cuerda) y…¿ a que no sabéis quién estaba allí con el mismo propósito? Pues mi archienemiga la princesa Victoria de Suecia, rayouvada, en cuyo honor el bautizado se había convertido en una especie de ceremonia de los Nobel. Lo peor de todo es que ella curtía el lomo con corona pero a pesar de que lo hacía fatal conseguía la cuerda amarilla, ante lo cual yo me ofuscaba un montón y acusaba a mi sezta ABADA de sucumbir al tráfico de influencias (el gran Mestre Camisa me libre, pardiez. Tamaña falacia sólo puede ocurrir en mi mundo onírico). Yo montaba un pequeño escándalo que la familia Bernadotte conseguía acallar amañando mi matrimonio con el apuesto Carl Philip y nobilizando mi estirpe. Y fuimos felices y comimos arenques.
De izquierda a derecha: mi contrincante capoeiril y a la par cuñada Victoria, mi otra cuñada Magdalena y mi flamante esposo Carl.